Hace poco, el equipo de Torre de Babel recibió, al igual que otros
compañeros, una invitación a la presentación de UN MINUTO ANTES DE LA OSCURIDAD,
de Ismael Martínez Biurrun, publicado por la editorial Fantascy.
Con ese título tan amedrentador, una portada desoladora y un
tema apocalíptico que sucede nada menos que en la capitalina Madrid, mi
curiosidad alcanzaba sus cotas máximas. El libro cuenta con 300 páginas de
lectura rápida y unos protagonistas que sufren el abandono de la seguridad
policial mientras el mundo se derrumba inexorablemente a su alrededor. Sin
duda, el autor tiene una imaginación potente. Su prosa es contundente, el
relato estremece con la dureza de algunas escenas de violencia y sexo, y creo
que mi parte favorita está siendo un elemento muy innovador en la trama de la
historia. Tiene que ver con una especie de clones que ejercen un papel vital en
el seno de la familia protagonista. Los giros argumentales brillan con un clon
o "creéme" en particular como su epicentro.
Ahora bien, me gustaría romper una lanza ( y quién sabe si mi
reputación en el proceso) en favor del trato que se merecen las personas que
acuden a estas presentaciones por pura admiración e interés por el libro y su
autor.
Una representante de este blog acudió al evento con mucha
ilusión. Nada más ver al reducidísimo corrillo de gente, con el autor en medio,
se dirigió a ellos e hizo un comentario como guiño al libro de las camisas
hawaianas que llevaban puestas. Los susodichos giraron la cabeza, la miraron en
silencio y volvieron a sus cosas sin decir ni una palabra. NO ES NORMAL.
Me parece descortés, frío y desmoralizante. Si me hubiera
pasado a mí, lo dejaría correr, pero me indigna que una persona en la que
confío y que se ha molestado en llevar la bandera de este blog, con su esfuerzo
y su inversión de tiempo, tenga que sufrir una humillación sin sentido.
¿Qué necesidad hay de
esta actitud?
Los lectores y fans que acuden a una presentación se merecen
un mínimo de respeto por parte del autor y los organizadores, en lugar de amurallarse
en un escaso corrillo de gente con síndrome de enchufe.
Sé que estoy siendo muy dura y se me va la cautela por la
boca. Y que conste que el autor, aunque nervioso, fue agradable durante la
charla sobre el libro. Estoy contenta de tener su firma y de leer su obra.
Quizás me llaméis exagerada por esta diatriba. Y quizás tengáis razón. Aún así,
tengo derecho a dar mi opinión y me gustaría que vosotros compartierais la
vuestra conmigo.
¿Qué opináis de este tema? ¿Os ha pasado algo así alguna vez?
¿Cómo os hizo sentir?
Babel en pleno minuto de oscuridad.