Octubre, mes del terror por antonomasia, está llegando a su agónico fin y, con él, nuestras sesiones de reseñas, artículos y lecturas que dan escalofríos.
Hoy os traigo por última vez un artículo de manos del autor James Becker. Como buen escritor, tiene varios pseudónimos y novelas de distinta índole. Yo le conocí gracias a The Nosferatu Scroll, cuya soberbia edición me conquistó tanto como su premisa tan apasionante.
Reseña
THE NOSFERATU SCROLL - JAMES BECKER - 466 páginas - inglés - editorial Bantam Books - año de
publicación 2011 - tapa flexible sin solapas
En 1741, el cadáver de la princesa Eleonora von Schwarzenberg
es enterrado mediante un ritual macabro en Bohemia. Durante unas vacaciones en
Venecia, en la época actual, Chris y Angela hacen un descubrimiento en
apariencia inocuo, aunque perturbador. Entre los escombros de un antiguo ataúd,
Angela desentierra un diario escrito en latín. No puede evitar la tentación de
resguardarlo del vandalismo o la ignorancia, su trabajo en el British Museum le
permitirá desentrañar algunos de sus secretos mientras valora su repercusión.
Mientras tanto, el instinto policial de Chris entra en acción cuando las
misteriosas desapariciones de mujeres jóvenes en Venecia cobran un cariz mucho
más siniestro. Cadáveres torturados. Signos de abusos sin sentido. O quizás el
diario de tapas negras pueda arrojar una luz reveladora. Si es que los
terribles poderes ocultos en la noche veneciana dejan con vida a Chris y
Angela.
Me pirro por las historias donde priman los secretos
olvidados en el pasado, los poderes paranormales, los libros con aire malvado y
la acción a vida o muerte. No todos los libros son best-sellers o best-written,
pero muchos son entretenidos a rabiar. Esta historia me llamaba en especial por
incluir el tema de los vampiros. Los vampiros malos, eso sí. Aquí no hay nadie
sexy con los labios suaves y fríos. Aquí se mata sin remordimientos. Pero no es
un libro sobre vampiros per se. Se trata más bien de una investigación a doble
escala: por un lado, desciframos junto a Angela los entresijos de un diario
escrito en latín; por otro lado, tenemos a Chris, el tío experto, usando sus
conocimientos policiales para perseguir a los asesinos anónimos que aterrorizan
la noche veneciana.
Al principio, me desanimó el estilo del escritor cuando sus
protas dialogan. Parecen dos robots intercambiando datos. Falta emoción, complicidad.
Después de todo, están casados. Aunque compensa ampliamente por dos motivos.
Incluye temas muy escabrosos -secuestro, tortura, violación- que disparan la
adrenalina. Además, alterna capítulos breves con las escenas de varios
personajes, logrando amenizar el ritmo. El segundo punto a favor en mi opinión
es lo interesante que resultan los datos referentes a la investigación del
diario, sobre la historia y costumbres de Venecia relacionados con el caso, e
incluso se aprende el origen de la palabra cuarentena.
Una lectura mitad terror mitad thriller que empecé en el
autobús y terminé tirada en la cama en una noche oscura y silenciosa. ¡Buh! Sí,
algo de repelús da porque no es muy gráfica, pero trata temas no aptos para
delicados.
La edición es de lujo: colores rojo y negro, con el título en
relieve y muchas florituras en oro.
Amablemente, el bueno de James ha compartido un artículo con nosotros entre crucero y crucero. Le gusta viajar, ahora que está retirado de la flota naval y se dedica a escribir thrillers desde su hogar en Andorra.
I think that in some peculiar
and atavistic way the human mind needs horror. Perhaps this is something which
is built into our psyche, an ancient race memory from the earliest dawn of
humanity, when there genuinely were monsters lurking in the shadows, and where
every sound could be the precursor to a savage attack from a wild animal, a
cave bear or sabre-toothed tiger. You could even argue that the way we envisage
danger lurking in the dark is a defence mechanism, a way of preparing the body
to fight or flee.
It's almost as if we need to
believe that there is something out there, somewhere in the dark, just out of
range of our eyesight that is not quite right. Not human, or if it is human it
is damaged in some way which renders it abnormal, and therefore dangerous. And
it's also a matter of timing. A creak from the attic of an old house at three
in the afternoon is of no consequence: it's just the wood settling or something
of that sort. At three in the morning it's a very different state of affairs.
Who -or perhaps more alarmingly, what - is up there? How did it get there? And
is it coming down? It's amazing how the mind can play tricks and turn even the
most mundane of sights and sounds into something quite alarming , given the
right circumstances.
This is confirmed by the
enduring popularity of horror films and novels in this genre, most of which
pander to these deep-rooted fears and bring forth the monsters of our
imagination. Sometimes these are beasts that have somehow survived the eons, as
in the TV series Primeval, or perhaps have been crafted by a
disturbed or diseased mind - the monster of Dr. Frankenstein is perhaps the
most obvious example. But it's interesting that in so many films and books the
creature that is stalking us is human or perhaps superhuman in some way.
Everything from the serial killer, the outwardly normal man who kills for
thrills, to satisfy some deep and dark need within him, to the undead, the
vampires, the werewolves and the zombies. The creatures that we cannot kill
because they are already dead.
In reality, there is very
little that is new in this genre. We all know that the bite of the vampire, the
twin puncture marks in the neck, marks the victim for a twilight existence, for
a life without end but also without meaning. The werewolf will only die if shot
with a silver bullet. But despite what we all know about these mythical
creatures, that does not diminish the thrill we feel when the vampire or the
golem makes his appearance. They are satisfying books to read, and although
this is not a genre I've concentrated on, I also found it very satisfying to
write.
In the case of The
Nosferatu Scroll, one of the triggers behind the writing this book was the
discovery of the skull of a vampire in Venice, where the story is set. In fact,
the book actually includes a photograph of that skull, the head of a female
with a brick jammed firmly into her mouth to prevent her feeding on the other
occupants of the mass grave in which she was found. Because - and make no
mistake about this - although today we are convinced that vampires do not exist
and have never existed, three or four hundred years ago they were as real to
the people of Central Europe in particular as the animals in the fields around
them.
And even today, in our modern
high tech world, I think there is still a need to believe in something else,
something out there. The popularity of Bigfoot, the chupacabra and the
persistence of aliens and UFOs, even sea serpents and monsters of the deep,
certainly proves that. And I for one am glad, not because it gives me something
to write about, but simply because I think that once we know everything about
this world, about this planet that we live on, once there are no more mysteries
left, then one of the sparks that gives us impetus and drives us forward will
be forever extinguished, and that will be a sad thing.
Traducción
En cierta forma atávica, la mente necesita el terror. Quizás
se deba a un rasgo de nuestra psique, un recuerdo racial del origen de la
humanidad cuando existían auténticos monstruos agazapados en la oscuridad, y
cada sonido podía preceder al ataque salvaje de un animal, un oso cavernario o
un tigre diente de sable. Incluso podría alegarse que la manera en que
visualizamos el peligro escondido en la oscuridad es un mecanismo de defensa
para preparar el cuerpo en caso de lucha o fuga.
Casi parece que necesitamos creer que hay algo ahí fuera, en
algún lugar de la noche, justo fuera del alcance de nuestra vista, que no
marcha bien. Algo inhumano, o si lo es, sufre alguna tara que lo convierte en
anómalo y, por tanto, peligroso. Se trata también de la oportunidad. Un crujido
que proviene del ático de una casa antigua a las tres de la tarde no tiene
mayor repercusión. Será la madera que se dilata, o cualquier cosa normal. A las
tres de la madrugada, todo cambia. ¿Quién, o más alarmante, qué, hay ahí
arriba? ¿Cómo ha llegado ahí? ¿Bajará? Es asombroso cómo la mente juega con
nosotros y transforma las cosas más mundanas en algo perturbador si se dan
las circunstancias apropiadas.
Todo lo cual se confirma en la popularidad inagotable de
películas y novelas del género. La mayoría apela a estos miedos arraigados y
hace aflorar los monstruos que viven en nuestra imaginación. En ocasiones, son
bestias que han sobrevivido eones inexplicablemente, como en la serie de TV
Primeval, o han sido creadas por dementes, siendo el monstruo del Dr.
Frankenstein el ejemplo más típico. Aunque resulta interesante que en tantos
libros y películas, un ser humano o quizás sobrehumano sea quien nos persigue.
Desde un asesino en serie, normal en apariencia pero que mata por placer para
satisfacer una necesidad oscura y profunda en su interior, hasta los
no-muertos, vampiros, licántropos y zombies. Aquellas criaturas que no podemos
matar porque ya están muertas.
En la realidad, poco hay de novedoso en el género. Todos
sabemos que la mordedura del vampiro, la doble incisión en la yugular, señala a
la víctima para una existencia en las tinieblas, un vida eterna pero carente de
sentido. El hombre-lobo morirá sólo si es disparado con una bala de plata. Sin
embargo, a pesar de lo que sabemos sobre estas míticas criaturas, no perdemos
ni una pizca de la emoción que se siente ante la aparición del vampiro o del
golem. Son lecturas satisfactorias, y aunque no me he limitado a escribir en
este género, resulta grato para mí hacerlo.
En el caso de The Nosferatu Scroll, uno de los detonantes que
desencadenaron su escritura fue el descubrimiento de una calavera de vampiro en
Venecia, donde tiene lugar la novela. De hecho, se incluye una fotografía de
esa calavera, la cabeza de una mujer con un ladrillo encajado en su boca para
evitar que se alimentara de otros ocupantes de la fosa común donde fue hallada.
No dudemos ni por un momento que, aunque hoy en día creemos firmemente que los
vampiros no existen ni han existido jamás, hace trescientos o cuatrocientos
años los habitantes de Europa Central en particular consideraban a los vampiros
tan reales como los animales del campo.
Incluso en la actualidad, en nuestro mundo moderno y
tecnológico, todavía persiste la necesidad de creer en algo más, algo que esté
ahí fuera. La popularidad de Bigfoot, el chupacabra o los alienígenas y ovnis,
o las serpientes y monstruos de las simas marinas, son prueba irrefutable de
esa necesidad. Algo que me alegra personalmente, no tanto porque me proporcione
material sobre el que escribir, sino sencillamente porque una vez que
conozcamos todo de este mundo, del planeta en el que vivimos, una vez que ya no
permanezca ningún misterio, entonces una de las chispas que nos da ímpetu y nos
anima a seguir adelante desaparecerá por completo, y eso es una pena.
Estoy muy contenta con el resultado de los proyectos de este mes. Espero que hayáis disfrutado vosotros también ;o) Thanks, James, for your great company!
Y mis arrebatadores, ¿qué pensáis?¿Necesitamos una pizca de terror en nuestras vidas?
Babel en la oscuridad.