¿Qué mente no se ve tentada por los milenarios secretos del
Antiguo Egipto? Desde pequeña, mi mente infantil e inquisitiva soñaba con pisar
la candente piedra de un templo en los tiempos faraónicos y la única forma en
que una mente logra ese sueño es mediante los libros. Aún recuerdo con pasión
una vieja lectura que hablaba de la misteriosa reina Hatshepsut, tan pionera
ella. Un mito que servía muy bien de modelo a aspirar por un espíritu joven que
se abre paso por el desconocido mundo de los adultos. En cuanto oí hablar de LA
HIJA DE RA, de Santiago Morata, supe que Egipto acabaría por tentar mis manos y
mi mente una vez más.
Desde niña, cómplice de su amado padre, hasta aciaga ya su
existencia enferma, Hatshepsut surge como una fuerza de la naturaleza. Parte
mito, parte mujer y parte revolución histórica que se propuso romper moldes en
aras de una visión distinta de la propia individualidad. Rodeada de enemigos
que planean destruirla, Hatshepsut pugna por sobresalir en un mundo de hombres,
de nobles que sólo aceptan lo establecido y del clero que sólo mira por su
gloria personal. Conocerá a quien puede ser el arma que la doblegue, Sen-en
Mut, pero que el destino convertirá en su más fiel aliado. No antes de que sus
espíritus salvajes choquen y chispas salten por una pasión que trascenderá el
tiempo.
La redacción de Santiago Morata es muy amena. Con un lenguaje
accesible aunque cuidado, el texto se desliza suavemente por diversos paisajes:
la ascensión al poder de Hatshepsut, las maquinaciones de la política real, los
influjos de los dioses. El autor procura la cercanía de los personajes mientras
sumerge al lector en las profundidades místicas y legendarias del Egipto
faraónico. Templos, dioses, guerras y costumbres ancestrales se mueven codo con
codo junto a las intrigas palaciegas y las estrategias políticas, todo a
nuestro fácil alcance gracias a la nítida narración de Santiago M.
He disfrutado con la relación entre padre e hija. La
constancia de Tutmosis, los consejos y su dulzura siempre prestos, hacen del
faraón un hombre digno. Al menos, mientras los rigores del cargo no apremian en
exceso. La protagonista indiscutible, Hatshepsut, es un maremoto de arrebatos
en el que brota una corriente de innegable inteligencia. Ostenta la autoridad
real con la fuerza de una cobra. Es contundente, feral, pero también tiene una
faceta que incluye amor en todo su esplendor: padre, madre, amante, hijos.
Tanto sus ambiciones como sus emociones tienen consecuencia
en el devenir de su tierra, aunque todo se muestra desde dentro. Vemos los
cambios, los riesgos y las relaciones desde un punto de vista interno, desde la
familia, desde los nexos que unen a las personas, por lo que la historia
adquiere un tono realista y próximo con el que identificarse.
A pesar de la ampulosidad del Antiguo Egipto, el relato
resulta actual, carente de artificios. Remetidas hábilmente en el relato,
aparecen algunas historias, grabadas en la piedra que ha sobrevivido hasta
nuestros días para deleite de traductores y aficionados, que narran anécdotas
del pasado de un pueblo muy especial.
No puedo poner grandes pegas a este libro. A título personal,
hubiera reformado algunos intercambios entre personajes. Ciertos diálogos pecan
de ser casi monólogos de un personaje, pues el otro sólo tartamudea alguna
palabra. Falta alguna descripción extra de los gestos y sentimientos de los
participantes de la charla, ya que el efecto producido es algo brusco, sin
reflexión ni capacidad de discernir las fases por las que pasa el pensamiento
del personaje para argumentar lo que dice o hace a continuación. En cualquier
caso, sólo ocurre en dos o tres de los abundantes diálogos.
¿Sexo en el libro? Pues sí, hay tanto amor que conmueve,
tanta pasión que arde. ¿El sentido de la inmortalidad? Nos encontramos con
profusión de datos sobre las creencias divinas en Egipto, su visión de la
divinidad y la vida más allá de la muerte física. Si en la balanza de Osiris,
pesamos en un platillo la ración de historia y misticismo, y en el otro
platillo, el gran romance entre los amantes, ¿qué sucedería?. El resultado
dependerá, siempre, de dónde sitúe el lector la pluma de su juicio.
En conjunto, la lectura es entretenida, pasional, ligera pero
exhaustiva, y protagonizada por una mujer digna de la doble corona de Egipto.
El autor se recrea en la esencia del sueño egipcio, mientras ensalza el gran
amor entre los dos amantes. Es un bello poema en honor a una cultura milenaria
de la que todos, lo queramos o no, estamos un poco enamorados.
LA HIJA DE RA
Santiago Morata
509 páginas
2012
Tapa flexible con solapas
Ficción histórica
20 pellizcos
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Y no descarto la lectura de una de sus novelas anteriores, El constructor de pirámides. ¿Alguien la ha leído?
en busca de su templo de los millones de años.