Saludos :o) Uno de los beneficios de una Feria del Libro es conocer en persona a los artífices de los libros que tanto nos fascinan.
Este año, he tenido la fortuna de conocer cara a cara a PIP WILLIAMS, la amable, elegante y generosa artífice de dos libros que he devorado con amor.
Llegué temprano por la mañana al hotel Gran Versalles donde se alojaba esta mujer de voz dulce y actitud sonriente. Acompañadas por la atenta presencia de la traductora, Ana, departimos sobre muchos aspectos de sus libros, de las palabras, de la libertad para acceder al conocimiento y de la dificultad para desenterrar la presencia femenina en el lejano pasado. Fue una experiencia intensamente placentera.
Muchas gracias a la agencia de prensa Bibiana Ripol Comunicación por hacerlo posible <3, a la autora por su paciente entrega y a la traductora por su amistosa compañía.
¿QUIÉN ES PIP?
Pip Williams nació en Londres, creció en Sidney y actualmente vive en Adelaide Hills. Es coautora del libro Time Bomb: Work Rest and Play in Australia Today (New South Press, 2012) y en 2017 escribió One Italian Summer, unas memorias sobre los viajes de su familia que fueron publicadas con Affirm Press con gran éxito. Pip también ha publicado artículos de viajes, reseñas de libros, flash fiction y poesía.
DOS LIBROS, DOS HISTORIAS, UN AMOR POR LOS LIBROS
Empecé por una pregunta muy sencilla:
¿Por qué son tan importantes las palabras para ti?
En realidad, soy disléxica, por lo que en mi vida siempre he tenido una relación de amor/odio con los diccionarios. Desde jovenzuela, los recibía de regalo porque se me daba fatal la ortografía. Sin embargo, un diccionario presenta muchas dificultades para alguien con dislexia.
Pese a ello, tenía muchos a mi alrededor y se convirtieron en mi única forma de expresión. Peleaba con los retos de la dislexia aunque nunca me impidió la capacidad de componer y redactar. Desde muy pequeña escribía poemas y relatos y diarios. Lo hacía para mí misma y no importaban los errores mientras guardara un significado para mí.
El primer libro, El diccionario de las palabras olvidadas, cumple esa esencia. Trata del significado de las palabras para cada individuo y de que su importancia cambia según quién las use.
Si piensas en que puedes usar unas palabras y unirlas a otras para formar una frase que exprese lo que sientes de una manera profunda, eso es realmente poderoso. En mi caso, siempre ha habido esta tensión entre el reto que suponen las palabras, la crítica que me llovía por no dominarlas como el resto, y mi fascinación por ellas y lo que podían hacer por mí.
Por supuesto, no me contuve y continué con otra pregunta sencilla: ¿Escribir te hace feliz? ¿De qué forma?
¿De qué forma contribuyen tus libros al mundo?
De forma objetiva, creo que el primer libro constituye una buena idea. La creación del diccionario es un proceso sesgado por género. Confiamos en el diccionario como fuente para dirimir dudas sobre la ortografía y significado de las palabras, como cuando jugamos a Scrabble y comprobamos que las palabras sean correctas y veraces. Sin embargo, el diccionario en sí mismo es una obra humana y por tanto falible. Refleja, además, la visión masculina del lenguaje. Esa idea valía la pena plasmarla en un libro, aunque temía no estar a la altura. Nadie sabía que estaba escribiendo sobre esto. ¿Y si arruinaba la idea con mi versión? Me ponía muy nerviosa. Conté con un mentor y finalmente me sentí preparada. Y en realidad, el mensaje del libro es algo que sabemos en nuestro fuero interno. No está plasmado aún pero al verlo, lo reconocemos y ratifica algo que sentimos como propio.
El libro trata sobre la representación de la mujer en el lenguaje, pero también en la ley y el voto puesto que está ambientado en la época del sufragio femenino, algo que sigue estando vigente hoy en día. En cuanto al segundo libro, La artesana de libros, se focaliza en la educación de las mujeres, un tema que nunca pierde actualidad a nivel global. Países que son progresistas y han alcanzado un grado alto de educación femenina aún presentan retos de accesibilidad por motivos de clase o financiación. Afortunadamente, es un tema presente en las agendas de los países, pero sigue habiendo desigualdad en los puestos de trabajo entre hombres y mujeres una vez superada la universidad que, irónicamente, distingue a las mujeres con títulos de excelencia.
Por otro lado mientras escribía el libro, los Talibanes se hacían con el control de Afganistán y prohibían a las mujeres el acceso a la educación y el trabajo, de forma repentina y retrógrada. La ficción histórica arroja luz sobre el pasado que simboliza asuntos candentes en nuestra realidad actual. Es un vehículo para la verdad que nunca muere. Nos resulta más accesible leer sobre el pasado y sentirnos identificados con las personas que lo habitaron, haciendo en cierto modo más fácil reconocernos a través de ellos.
En esa línea, ¿se está haciendo lo suficiente para promover el acceso a la lectura y la educación por parte de las mujeres?
Las mujeres son grandes lectoras, en especial de ficción. En los eventos en los que participo, la gran mayoría del público es femenino. Lo curioso es que recibo correspondencia que se divide más equitativamente entre géneros. Los hombres podrían mostrar más confianza en contactar con los autores mientras que las mujeres son más tímidas. Por ello, es vital alentar la lectura en comunidades menos privilegiadas para proporcionar una infraestructura sólida que permita salir de la pobreza y de los límites que impone. La lectura abre las puertas a mejorar la vida de la mujer y de su familia. Está demostrado que la alfabetización de la mujer enriquece a la comunidad por entero.
Imagino que te documentaste ampliamente para ambos libros. ¿Hubo algún descubrimiento en particular que alterara el curso de la trama de La artesana de libros?
Mientras me documentaba para el primer libro, solicité toda la información posible a los Archivos de Oxford University Press porque quería incluir unos datos sobre la fabricación de un libro en secreto y quise ampliar mis conocimientos sobre las mujeres que llevaban a cabo parte del proceso. Mujeres que encuadernaban, que plegaban y cosían. Pusieron a mi disposición una ristra inacabable de cajas sobre los hombres que trabajaban en la imprenta, unos recursos fantásticos con detalles y anécdotas. Sobre las mujeres, sólo aparecieron dos fotos en blanco y negro de principios de 1920 en las que se mostraban plegando las páginas.
En un documento en el que se despedía a Horace Hart en homenaje a su vida laboral en la imprenta, en 1915, todos los trabajadores firmaron y se distinguían cincuenta firmas de mujeres. Sus nombres, uno a uno, están plasmados en papel, prueba irrefutable de su existencia y participación. Es asombroso.
Lo que me llevó a un vídeo en blanco y negro, The Making of a Book at Oxford University Press, donde se ve a una mujer realizando una danza mientras trabaja que no pude evitar incluir en el libro porque era un reflejo fiel, histórico y real de su labor. Me pregunté qué libro estaría componiendo y si alguna vez se paraba a leer los pliegos que agrupaba. En ese momento supe que escribiría un segundo libro. Si esa mujer se paró alguna vez a leer, la supervisora sin duda la habría reprendido. Su labor era encuadernar, no leer. Ahí estaba la historia: una mujer que quería algo que no podía tener. Tuve que dejar esta historia en barbecho hasta terminar el primer libro.
Fue esa casualidad, mi presencia en los Archivos y hallar ese dato, lo que supone la magia de la documentación. A veces te puedes perder en el recorrido, pero hay que perseverar y mantenerse fiel al personaje. Debes preguntarte si lo que descubres durante la investigación contribuye a la historia, al personaje, entonces lo eliges o lo descartas. ¿Lo incluyo porque me encanta y quiero que todo el mundo lo sepa, o es importante para mi personaje? Mientras escribía la Artesana, me cruzaba sin parar con libros que fueron escritos durante la Primera Guerra Mundial. Encontraba referencias a ellos en los Archivos, conseguía una copia y leía pasajes. Así me hacía una idea de si Peggy, mi personaje, pensaría algo gracias a ese libro. Me ayudó y encantó seguir ese sistema con toda la literatura publicada por esta imprenta.
Existe un contraste marcado entre el estilo acogedor e íntimo de las vivencias de Peggy en su barrio humilde y los grandes temas sobre los que reflexiona. ¿Fue a propósito o surgió de la escritura?
Creo que surge de forma natural del proceso de escribir este libro. Durante la documentación, era Peggy quien juzgaba si un libro o un tema eran algo en lo que pensaría o reflexionaría. Por un lado, su vida diaria en su vivienda, el trabajo y las obligaciones, su relación con su hermana gemela Maud que invade gran parte del libro en lo bueno y en lo malo. La sororidad en diversas vertientes es preeminente en el libro. Por otro lado, los libros están en la sangre de Peggy. La guerra lo cambia todo para ella, al igual que para las mujeres en general. Cuando entra en contacto con los libros y con los refugiados de la guerra, tiene la oportunidad de reflexionar sobre esos temas acuciantes. Algunos de esos temas la han perseguido desde la infancia, en especial el acceso a la educación y el deseo permanente pero oprimido por aprender, algo vedado por su género y su clase social. Nunca tendría la posibilidad al alcance. La guerra abre inesperadas oportunidades de conocer a gente fuera de su círculo, libros y panfletos sobre la guerra,y eso la obliga a pensar más allá de su pequeña vida y en lo que desea.
Emily Dickinson tiene un poema: Di la toda la verdad pero dila sesgada. Vivo según esa frase. Afrontar una verdad universal pero desde un ángulo único o sutil de manera que las personas no lo vean venir hasta que ya están completamente absortas. Cuando tratas temas importantes desde un punto de vista personal, eso ayuda a conectar. Un artículo sobre el acceso a la educación nunca será tan conmovedor y efectivo como leer sobre una mujer en particular que sufre esa situación.
Me da la sensación de que libros como estos pueden inspirar a la gente a mirar al pasado con más perspicacia, en especial al rol de la mujer en él.
Muchas fuentes y archivos carecen de suficiente información sobre la vida de las mujeres en comparación con la existente sobre hombres. Una de las misiones de los libros consiste en rellenar los huecos de esas fuentes. Una de las formas que prefiero es mediante el arte y las memorias de mujeres. Uno de los personajes secundarios,
Iso Rae, es una artista que descubrí en el Archivo. Pintaba preciosos cuadros durante la guerra, aunque se le denegó la opción de hacerlo de forma oficial por ser mujer. Eso nos ha robado de la perspectiva femenina. Por suerte, las mujeres no se amilanaban y seguían representando el mundo a su alrededor a su manera. Trabajó de enfermera y en sus ratos libres pintaba lo que veía. Sin embargo, no es una versión completa. Virginia Wolf decía que una mujer necesitaba una habitación propia y quinientas libras al año. Sólo las clases privilegiadas podían permitirse registrar sus opiniones, por lo que falta la perspectiva de las clases humildes.
En última instancia, es nuestro deber imaginar el pasado hasta cierto punto y es posible porque el ser humano no evoluciona a nivel emocional. Podemos ponernos en el lugar de mujeres del pasado y tratar de comprender toda la gama de emociones que vivieron.
¿Qué se siente al saber que
se publican tus libros en tantos países?
Es una sorpresa mayúscula. Nunca soñé con que sucedería. Hubiera sido una gran decepción pensarlo y que no se cumpliera. Además, es un libro sobre la lengua inglesa lo que hace que sea incluso más singular. Se ha traducido a más de quince idiomas. Aunque haya un gran contraste de culturas y lenguas, teniendo que traducir a todas ellas, en el fondo, todos los seres humanos queremos lo mismo. Las mujeres quieren ser representadas en el lenguaje, en la cultura y la ley, eso es igual desde Australia a España a Gaza. Es algo que todos reconocemos.
Durante la escritura del libro, sucedían muchas cosas en el mundo que eran relevantes: la repetición de la historia en plagas, invasiones, refugiados. Todas esas emociones que campaban entre la gente eran las mismas. No resultaba difícil escribir un libro sobre el pasado cuando veía los mismos hechos a mi alrededor.
¿Cómo decides titular tus libros?
Varían en cada lengua, por supuesto, pero El diccionario de las palabras olvidadas es bastante similar en general y era el título con el que trabajé en mente durante toda la escritura.
Más problemático es La encuadernadora de Jericó (La artesana de libros), que es un barrio en Oxford donde se encontraba la imprenta y refleja la vida de sus habitantes en esa época. Puede ser un título enigmático y algo confuso puesto que recuerda a la región de Medio Oriente. En Estados Unidos simplemente es La encuadernadora porque se pensó que la gente no respondería bien a Jericó. Entre tanto, en Australia no ha supuesto ninguna diferencia para convertirse en el libro australiano más vendido del año pasado.
La propia palabra Encuadernadora no siempre funciona bien en diferentes idiomas. De todas formas, los autores no siempre eligen el título. Tienen influencia pero la decisión final no es suya. (¡Aquí me sorprendí a lo loco porque me parece terrible que no puedas elegir el título de tu propio libro!
¿Alguna vez has borrado escenas de tus libros?
¡Sí! No hay un libro en mis estanterías que no haya sufrido ese proceso. Puede ser justo lo que necesita, aunque parezca brutal. A veces personajes completos pueden desaparecer, aunque no en mi caso, pero sí he borrado escenas porque hay demasiada explicación o no ayuda a la trama o al perfil del personaje. ¡Es aburrido!
Guardo una copia por motivos psicológicos por si alguna vez los rescato. El epílogo de El diccionario de las palabras olvidadas se eliminó y luego se reintegró, pero no suele suceder.
¿Un mensaje final para tus fans españoles?
Allá a donde voy todo el mundo habla inglés. Vivo en un país colonizado, Australia, y he viajado a otros países colonizados. Soy muy consciente de que en cierta forma el idioma inglés está imitando ese proceso. Es capaz de arrebatar la historia y la cultura cuando la gente deja de hablar su lengua nativa a favor del inglés. Aunque actúa de puente entre personas, lo cual es algo maravilloso, también hay un riesgo de perder la esencia de las lenguas vernáculas y la unión entre las personas que trae consigo. Se pierden las palabras que nos legan madres y abuelas. Es importante vincularse con la herencia cultural del país, sea cual sea, para entender a la gente y sus raíces.
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¡Siempre es un placer charlar con una autora! Por si os ha picado la curiosidad sobre sus libros, aquí tenéis detalles sobre el DICCIONARIO y la ARTESANA. He disfrutado de ambos y los recomiendo ;o)
Babel lee palabras y ve mundos.